EN TU MEMORIA, PAPÁ POR: THAYS DOMINGUEZ

EN TU MEMORIA, PAPÁ

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Por Thays Domínguez, hija de Abilio Dominguez que en paz descanse

Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Y qué camino el que nos ha tocado andar estos últimos seis meses del 2015. Un día abres los ojos y te das cuenta que la vida cambió. Que toda la burbuja de paz y tranquilidad en la que vivías puede romperse abruptamente, dejando a su paso tristezas, desesperanza, pero también mucha fortaleza y amor por la vida.

Muchos de ustedes hoy esperaban leer las Reflexiones que por muchas ediciones compartió con ustedes mi padre, Abilio Elías Domínguez González, a quien hoy rindo homenaje con este artículo.Hoy, los consejos, anécdotas y meditaciones sobre el modo particular que él tenía de ver la vida no están, pero quedan en cada uno de ustedes, sus lectores que cada mes esperaban las Reflexiones sobre la vida, la familia, el diario vivir y sobre todo, la fe y la importancia del amor de Dios en cada acontecer diario.

Mi padre dejó este mundo el pasado 23 de diciembre para irse al encuentro con Dios, el Dios al cual sirvió durante su vida, y con quien seguro estará gozando de esa vida maravillosa que los cristianos creemos nos espera más allá de la muerte. Su caminar por este mundo, donde sirvió a Dios junto a su esposa por más de 44 años a través de su testimonio de familia, de humildad, de ayuda al prójimo dejó un legado más allá de nosotros sus hijos, nietos y demás familiares.

Es un legado que traspasó a cada familia que ayudó, cada pareja que formó, cada matrimonio que logró salvar con sus orientaciones. Dejó huellas en cada consejo que dio a adultos y jóvenes, dejó huellas en sus amigos y dejó huellas en ustedes, sus lectores que a través de este medio recibieron sus acertadas palabras. Y para nosotros, su familia, su tránsito por este mundo también dejó huellas imborrables. Recuerdos de un padre y abuelo consentidor y amoroso, de un esposo dispuesto a compartir un testimonio de vida junto a Clotilde Vaca de Domínguez la mujer a la que el 29 de mayo de 1971 llevó al altar, y quien cumplió a cabalidad esa promesa que le hizo ese día, “hasta que la muerte nos separe”.

Recuerdos de un hermano, tío, padrino, primo, cuñado que impactó la vida de cada uno de los que lo rodeaban. Porque ese era él, un hombre con virtudes y defectos, pero con una entrega a la vida que hasta el último de sus días supo valorar. La enfermedad de mi padre, que fue a penas tránsito de seis meses, y su muerte, son hechos que nos destrozaron el corazón, porque nosotros, su familia, hubiésemos querido de una forma egoísta tenerlo más tiempo a nuestro lado para gozar de su presencia. Sin embargo, creemos firmemente que fue un regalo de Dios en Navidad, ya que le libró de dolor, sufrimiento, y angustias, que ciertamente no merecía. Su muerte fue un regalo, sin angustias, rodeado de su familia a la que amó y defendió, y en la paz y tranquilidad que sólo adquieren los que viven en paz.

La enseñanza que nos deja hoy su partida es vivir la vida en alegría, en paz con los demás, amando y respetando el valor sagrado de la familia, y sobre todo, mantener siempre la fe en Dios, aceptando su voluntad a pesar que no la entendamos, y sabiendo que siempre sus planes son perfectos. Papá: cada día que pasa te extrañamos. Extrañamos tu presencia, tus cuentos, tus chistes y hasta tus refunfuños. Pero aceptamos tu partida con amor, porque sabemos que nunca te irás de entre nosotros. Puedes estar tranquilo, tu familia sigue en pie, unida como siempre lo has querido.
Quiero que sepas que nosotros tus hijos: Bill, Thays e Isamara; tus nietos Charles Adolfo, Carla Nicole, Xavier Santiago y Joao Paulo y tu amada esposa Clotilde estamos bien, asumiendo todavía tu ausencia, pero amándote más cada día más.

Gracias a todos ustedes, sus lectores, sus amigos, sus seguidores, su familia que estuvo pendiente de él y de nosotros durante todo este tiempo. Gracias por sus muestras de apoyo, por su cariño y compañía; gracias por cada palabra de aliento en estos momentos de tristeza.

A todos ustedes, mil gracias.

Author: pedasi